El Retrato de una dama es una obra de Gustav Klimt (1862-1918), realizada alrededor de 1894. Tiene un formato de gran tamaño, con unas dimensiones de 168 x 84 cm. Actualmente, se encuentra en el Museo Palacio Belvedere, en Viena_ Austria
El Retrato de una dama (1894) de Gustav Klimt representa con gran probabilidad a Marie Breunig, esposa de un importante empresario panadero vienés. Esta identificación es respaldada por algunos historiadores del arte en base al contexto social de la Viena de finales del siglo XIX, cuando Klimt empezaba a recibir encargos de miembros prominentes de la burguesía.
Gustav Klimt (1862–1918) fue un pintor austríaco clave en la transición del arte académico al modernismo. Nació en una familia modesta en Viena y estudió en la Escuela de Artes Aplicadas, donde se formó como decorador y muralista. En sus inicios trabajó junto a su hermano Ernst y Franz Matsch en decoraciones de teatros y edificios públicos, siguiendo un estilo historicista. La muerte temprana de su padre y su hermano marcó un giro introspectivo en su obra. En 1897, fundó la Secesión Vienesa, un movimiento artístico que buscaba romper con el conservadurismo y dar libertad al arte. Bajo su liderazgo, el grupo defendió la innovación formal y simbólica, con gran influencia del simbolismo y el arte japonés. A lo largo de su vida, Klimt mantuvo una relación personal y profesional cercana con Emilie Flöge, modista vienesa, aunque nunca se casó ni tuvo una vida pública convencional. Murió en 1918 a los 55 años, dejando una obra que rompió moldes y sentó las bases del arte moderno en Austria.
La figura retratada aparece de pie, con elegancia y porte, adornada con un vestido negro y joyas llamativas, incluida una pulsera y un anillo que destacan por su realismo exquisito. El retrato es un ejemplo culminante del estilo académico de Klimt antes de su viraje hacia la estética simbolista y la Secesión Vienesa. El contraste dramático entre la piel pálida como porcelana de la modelo y la profundidad del vestido negro, acompañado de un fondo neutro, demuestra una técnica depurada que apunta a una intensa observación de la realidad.
Se ha planteado incluso que Klimt podría haberse apoyado en una fotografía para lograr un grado tan preciso de detalle, aunque el resultado final va más allá de lo fotográfico: la figura alcanza una ilusión refinada, casi idealizada, en la que se mezcla realismo y lirismo.
Este retrato no solo marca una etapa decisiva en la evolución estilística de Klimt, sino que también inaugura su dedicación al retrato femenino, que se convertiría en uno de los pilares de su obra. A diferencia de sus trabajos más famosos de la “etapa dorada”, cargados de oro, simbolismo y erotismo, este cuadro se sitúa dentro de una tradición más conservadora, centrada en la representación realista y la fidelidad a la figura humana.
Sin embargo, ya aquí puede verse la sensibilidad de Klimt hacia la figura femenina y su capacidad de dotarla de una presencia escultural e hipnótica. Esta obra temprana destaca no solo por su virtuosismo técnico, sino por anticipar la profunda fascinación que el artista desarrollaría por el retrato de mujeres como forma de exploración estética y psicológica. En este sentido, el Retrato de una dama es tanto una culminación de una etapa como un punto de partida hacia el universo visual único que Klimt construiría en las décadas siguientes.
El estilo de Klimt es célebre por su sensualidad, simbolismo y lujo decorativo, especialmente en su famosa “fase dorada”, donde empleó pan de oro y patrones ornamentales inspirados en el arte bizantino y los mosaicos medievales. Obras como El beso o el Retrato de Adele Bloch-Bauer I muestran cómo fusionaba figura humana y ornamento, explorando temas como el erotismo, el deseo, la muerte y la feminidad.
En sus últimos años, su pintura evolucionó hacia una paleta más colorida y libre, influenciada por el impresionismo y el fauvismo, pero sin abandonar su interés por el retrato femenino, que fue el núcleo de su obra. Klimt no solo fue un maestro del detalle y la sensualidad visual, sino también un creador profundamente moderno, capaz de transformar el cuerpo y la psicología humana en imágenes poderosas, decorativas y emocionales a la vez. Su legado ha influido en generaciones de artistas y sigue siendo un emblema del arte vienés de fin de siglo.
Bibliografía : El Poder del Arte